jueves, 20 de marzo de 2008

Hoy sin razón

Hoy sin razón me siento a escribir. No con ánimos de contar nada, tan solo con la necesidad de escribir, de escribir y nada más. Sentado frente al teclado, sin más que mi imaginación abierta me dispongo a describir lo que de ella surja. Y así es que comienza esta vez mi obra, intentando no pensar y solo sentir, sin sentido pero con pasión, sin saber que es lo que siento, solo con una mezcla extraña de tristeza y alegría, de esas mezclas que te hacen sentir completo, que llenan todo el cuerpo del sentir y del pensar al mismo tiempo.
Si te preguntas el porque de esto, pues no lo hagas, porque no hay respuesta, solo es y será una pregunta al aire, de esas que no deben tener explicación, no porque no la haya, sino que la respuesta es tan simple que jamás llenará el vacío que genera tamaña pregunta. Es como preguntar el origen de la vida. Para ese origen hay miles de respuestas, pero no te resulta extraño que la mayoría prefiera pensar que todos surgimos de la creación de un ser todopoderoso, capaz de crear y destruir a su criterio, amo y señor de todo lo que existe y lo que no. Preferimos creer en los milagros y en la fe antes de darnos cuenta que la realidad es una sola y es en la que todos sufrimos y morimos a diario. Tal vez sea que la vida es una mierda, como dice la canción. “La vida es y será una porquería, ya lo se ¡En el quinientos seis y en el dos mil también!”, y es así como necesitamos creer en algo superior, que después de toda esta porquería hay algo mejor reservado para cada uno de nosotros.
Yo por desgracia prefiero vivir el hoy, necesito pensar que tengo un propósito, que puedo cambiar un poco de todo lo malo que vemos a diario, y morir físicamente pero dejar mi parte en las buenas o malas obras que haya realizado en vida. No soy un santo, eso esta claro, pero a mi criterio la inmortalidad nace en los recuerdos que dejemos para los que sigan en este mundo y espero generar buenos recuerdos. No necesariamente en todas las personas que habitan el planeta sino que en los que se encuentran a mí alrededor. Me gustaría hacer cosas grandes y ser recordado como tal, pero la realidad me demuestra que esas personas se dedican tanto a ser “grandes” que mueren solos y se olvidan de los que realmente aman, siempre con la excusa de que están luchando por un bien mayor. Prefiero dedicar mi vida a mis seres más amados y ser recordado como un grande entre ellos, los míos.
Dedicar la vida, significa hacer bien solo por el placer de ver el bien, y no a cambio de ninguna otra cosa que no sea gratitud propia por haber hecho bien. Sentirse orgulloso de uno mismo. Tener el placer de ayudar, sentirnos útiles y necesitados por personas que nos aman, realmente nos aman.
En fin, no se han puesto a pensar que si todos hiciéramos lo mismo entonces no necesitaríamos de esos magnánimos seres que mueren por los pecados de todos. No lo piensen demasiado y recuerden que algunas preguntas son para pensarlas, no para responderlas…


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